Comunales
Cambios ambientales habrían aportado a extinción de megafauna en Los Vilos
Caballos americanos (Equus sp), perezosos gigantes (Mylodontidae, Xenarthra), camélidos similares a llamas, pero de mayor tamaño (Paleolama sp), hasta un tipo de gonfoterio (Notiomastodon platensis), ancestro de los elefantes, habrían sido parte del paisaje de hace cerca de 13 mil años atrás (fin del Pleistoceno), en el sector de Los Vilos. Algunas de estas especies inclusive habrían cohabitado el área con humanos. Estas son partes de las observaciones efectuadas en un estudio que destaca las condiciones ambientales del sector, que habrían permitido la conservación de fósiles de estos animales hasta estos días.
“Nuestra investigación se basó en fechar directamente los huesos de fauna cuya especie fuera conocida. Este método permite, acumulando muchos datos, tomar conciencia de cuando desapareció un animal en una zona específica. Sumado esto, se pueden construir modelos para estimar su extinción. Este es el primer trabajo de este tipo en el norte Chico y nos falta mucho para poder llegar a conclusiones más definitivas”, afirma el Dr. César Méndez, autor principal del estudio y científico del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP).
El análisis incluyó 25 sitios donde se identificó fauna extinta y es parte de un largo proceso de diversos investigadores, que ha abarcado cerca de treinta años de estudios en el sector y que desde fines de los noventas han abordado la interacción de la megafauna y los habitantes del área.
Extinción
El estudio señala que, si bien habría habido coexistencia entre humanos y diferentes tipos de megafauna en el sector, y que inclusive podrían haber presenciado la desaparición de estos animales, todavía es incierto en qué proporción los humanos del período habrían influido en este hecho.
El Dr. Méndez precisa que la megafauna probablemente sufrió con la combinación de cambios ambientales, que sería uno de los factores principales. A ello se sumaría la caza ocasional de los seres humanos, pero por sobre todo los desbalances indirectos producidos por la presencia humana.
“No sólo se necesitó matar a los animales, sino interrumpir sus ciclos, alterar sus nichos, quemas de pasturas, desplazar a los predadores, en fin, generar desequilibrios en el ambiente que propendieron a su desaparición. Su ingenuidad, producto que no habían conocido un depredador como el ser humano, probablemente influyó en que estuvieran más proclives a sucumbir frente a los efectos de su presencia”.
Por otro lado, el Dr. Antonio Maldonado, paleoclimatólogo del CEAZA y otro de los autores del estudio, plantea que la extinción y sus razones es una discusión aún abierta. Además, puntualiza que existirían factores concurrentes que podrían haber favorecido esto.
“Se habla del gran cambio ambiental en la transición Pleistoceno-Holoceno, en el cual pasamos desde el último periodo glacial al interglacial, con todos los cambios en el ambiente que esto conllevó. También se habla del rol de los humanos en esta extinción, aunque cada vez más se ve que las cosas no fueron tan simples como ‘que los humanos cazaron tanto que los extinguieron’”.
Coexistencia con humanos
El Dr. Maldonado explica que se habría dado al menos un par de milenios de coexistencia entre humanos y megafauna. En este sentido, asevera que la presencia humana en la zona de Los Vilos está registrada desde hace 13 mil años atrás.
“La evidencia que tenemos de la zona nos dice que hubo coexistencia, pero hay muy poca evidencia de interacción entre humanos y esta fauna. Pensamos que esta fauna no era un componente principal dentro de los recursos de los grupos humanos de la época”.
El paleoclimatólogo manifiesta que si bien la mayoría de los registros de extinción de estos animales que se establecen en este y otros estudios se habrían dado en torno a 10 mil a 11 mil años atrás; en Los Vilos y en otros sitios paulatinamente han aparecido algunas fechas más cercanas al presente.
“Esto puede sugerir que posiblemente hubo algún grupo de fauna que logró vivir hasta al menos 8 mil años atrás. En particular, para la zona hay evidencia en este trabajo, pero también en otros realizados en el sector de Caimanes”.
Conservación multifactorial de fósiles
Los científicos que abordaron el trabajo aseguran que habrían diversos factores que podrían explicar la conservación y aparición de los fósiles de estos animales en esta zona en particular.
“Muchos de los restos se encontraron en ambientes pantanosos, lo que en general favorece su preservación, porque hay poca oxigenación. Pero también se han encontrado muchos restos en ambientes de dunas, las que al ser removidas por el viento, permiten que estos restos comiencen a aparecer. Así es que es probable que exista más de un factor involucrado en esto. Pero también, más que un sitio es toda el área. Creo que las características no son tan distintas a las de otros sitios equivalentes en la costa del semiárido. La diferencia es que aquí ha habido mucho trabajo de investigación en arqueología y en este camino han ido apareciendo estos restos”, explica el Dr. Maldonado
El científico señala que la existencia de este tipo de fauna habría sido posible por lo productivo del ambiente, en términos de vegetación, y por la presencia de fuentes de agua. Detalla que los datos estudiados en el trabajo son de entre 30 mil y 8 mil años atrás. En particular, aclara que la información de hace 30 mil años es de nivel regional y su análisis revela que este sector del continente habría sido bastante más frío y húmedo.
“En la región, en torno a 30 mil años atrás, hubo un importante avance glaciar en la cordillera. Todo esto habría repercutido en la costa, posiblemente con mayor cobertura y productividad vegetal de la que vemos hoy. A partir de los 11 mil años las condiciones ambientales habrían comenzado a modificarse y ya cerca de los 8 mil años se habría alcanzado un ambiente similar o incluso más árido que el actual”, añade.
Junto a los doctores Méndez y Maldonado contribuyeron a este estudio sus colegas Roxana Seguel Quintana (Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, Santiago), Amalia Nuevo-Delaunay (Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia), Ismael Murillo (Servicio Nacional de Geología y Minería), Patricio López Mendoza (Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama), Douglas Jackson (Sociedad Malacológica de Chile).
El Dr. Méndez agrega que esta labor es una colaboración entre CIEP y CEAZA, fruto de una larga trayectoria de trabajos conjuntos.
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